Los riesgos de la exposición al amianto

Placas de uralita peligrosa liberando fibras

Los riesgos de la exposición al amianto

Vota este post

Las fibras de amianto, al no evaporarse ni disolverse, pueden permanecer suspendidas en el aire y dispersarse por el agua. Esto puede provocar una exposición prolongada con humanos lo cual representa un riesgo para la salud ya que cuando estas fibras son inhaladas, pueden quedar atrapadas en los pulmones, causando graves problemas de salud. En este articulo, explicamos cuando la exposición al amianto se vuelve peligrosa y las medidas para controlar su exposición.

¿Cuándo es peligroso la exposición al amianto?

La contaminación medioambiental del amianto repercute directamente sobre la salud de las personas. Pero ¿cómo lo hace?

Contaminación del aire: ¿Es peligroso respirar amianto?

Los individuos que inhalan microfibras de amianto, las cuales acaban llegando a los pulmones, pueden sufrir graves problemas respiratorios. Como resultado, las “víctimas” de este residuo pueden sufrir mesotelioma maligno, cáncer de pulmón (especialmente las personas que suelen trabajar con amianto) o asbestosis, una enfermedad pulmonar crónica causada por la inhalación de fibras de asbesto. La exposición prolongada a estas fibras causa cicatrización del tejido pulmonar y falta de aire.

Para más detalles, os dejamos un artículo sobre las enfermedades derivadas de la exposición al amianto.

Contaminación del agua: ¿dónde está el peligro y por qué se produce?

La contaminación del agua con amianto ocurre cuando las fibras de amianto se liberan en el suministro de agua, ya sea por la erosión natural de depósitos de amianto en el suelo o la descomposición de materiales que contienen amianto en las tuberías de agua. Esto puede suceder en áreas donde se utilizan tuberías de agua de amianto para el suministro de agua potable o donde se han empleado materiales de amianto en la construcción de infraestructuras hídricas.

El amianto presenta un riesgo debido a la liberación de sus fibras, lo que significa que si una estructura que contiene amianto, como un bidón o un tubo, sufre algún tipo de daño o rozamiento, estas fibras pueden desprenderse y mezclarse con el aire o el agua.

¿Es peligroso ingerir o beber amianto?

No hay evidencia científica concluyente sobre la peligrosidad de ingerir o beber partículas de amianto en el agua, a menos que se alcance una concentración muy alta, como 7 millones de fibras por litro, lo cual es extremadamente raro.

Sin embargo, existe un debate abierto sobre este tema debido a la dificultad de investigar la interacción entre las fibras de amianto y las células humanas. Aunque se han realizado pruebas en animales, la diferencia entre los organismos de los animales y los humanos complica la extrapolación de los resultados.

A pesar de la falta de evidencia concluyente, se recomienda tomar medidas preventivas debido al posible riesgo potencial para la salud en el futuro.

¿Cómo afecta el amianto en contacto con la piel?

Un manejo inadecuado del amianto puede derivar en contaminación de suelos y vertederos. Pero es que, además, las personas que viven o trabajan cerca de estas áreas de riesgo también pueden entrar en contacto con las microfibras, por ejemplo, a través de la piel, provocando irritaciones  y problemas de salud a largo plazo.

Una de las lesiones más comunes son los cuernos cutáneos, que son verrugas localizadas alrededor de fibras de amianto incrustadas en la epidermis.

Descomposición del amianto: ¿por qué se produce?

La descomposición del amianto puede ocurrir debido a diversos factores, como la exposición a condiciones climáticas extremas, daños físicos o el envejecimiento natural del material. Cuando el amianto se descompone, las fibras finas pueden convertirse en fibras más pequeñas y finas, lo que aumenta el riesgo de inhalación involuntaria.

Es fundamental realizar inspecciones regulares en edificaciones que contienen amianto para evaluar su estado y tomar medidas preventivas o correctivas cuando sea necesario. Además, es importante tener en cuenta que existe un límite de vida útil para los materiales que contienen amianto, y es necesario retirarlos o reemplazarlos cuando alcanzan este límite para evitar riesgos para la salud.

¿Hay amianto en las tuberías?

La presencia de amianto en las tuberías ha generado preocupación por el riesgo de que las fibras se desprendan y contaminen el agua potable. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha encontrado pruebas “convincentes” de que la ingesta de agua contaminada con hasta un millón de fibras por litro pueda causar cáncer, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) establece un límite seguro de hasta 7 millones de fibras por litro, aunque sin evidencia clara sobre niveles más altos.

En España, una parte significativa de la red de cañerías, estimada en 40.000 a 150.000 kilómetros, está construida con fibrocemento. Esto ha llevado a iniciativas legislativas, como la proposición no de ley aprobada por el Parlamento andaluz para elaborar un plan de eliminación de estas conducciones.

Estudios epidemiológicos han observado un aumento en las muertes por cáncer pleural relacionadas con el amianto, pasando de 491 entre 1976 y 1980 a 1.249 entre 2006 y 2010. Se estima que entre 2016 y 2020 podrían fallecer 1.319 personas en España por esta causa. Otras enfermedades asociadas incluyen carcinoma bronquial y cánceres del tracto gastrointestinal y de la laringe. Según datos de CCOO, en Madrid entre 4.000 y 5.000 personas podrían haber muerto por exposición al amianto, afectando a un total de 12.000 a 15.000 personas desde la década de 1970 hasta principios de los 2000.

¿Cuál es el nivel de exposición al amianto considerado peligroso?

Según la regulación actual, estar expuesto al amianto es peligroso cuando hay más de 0,1 fibras por cm³ de aire durante 8 horas. Además, recientemente, Europa ha establecido un límite máximo más estricto de 0,01 fibras de amianto por cm³, diez veces más bajo que el límite anterior.

En términos médicos, respirar entre 6,57 y 0,20 fibras de amianto por año por mililitro aumenta las posibilidades de desarrollar enfermedades graves como el mesotelioma o la asbestosis. Además, las personas con el gen BAP1 tienen hasta un 10 % – 20 % más de probabilidad de sufrir enfermedades relacionadas con el amianto.

El tiempo que tardan en aparecer los síntomas por la exposición al amianto es largo, de entre 20 a 50 años para el mesotelioma y de 20 a 30 años para el cáncer de pulmón. Estos datos provienen de un estudio de 58279 hombres, donde se registraron 2107 casos de cáncer de pulmón, 145 de mesotelioma y 184 de carcinomas de laringe. Este estudio mostró una clara relación entre la exposición al amianto y el riesgo de desarrollar cáncer, confirmado por un análisis a largo plazo de 5000 personas entre 1984 y 2006.

¿Quién está en riesgo y cómo evitarlo?  

Los empleados que realizan trabajos de demolición de construcciones en los que exista amianto o materiales que lo contengan son los principales grupos de riesgo, pero teniendo en cuenta que las fibras se liberan al aire, también pueden estar expuestos a este peligroso material los operarios en trabajos de desmantelamiento de elementos, maquinaria o utillaje donde exista amianto, así como quienes realizan operaciones destinadas a la retirada de amianto o de materiales que lo contengan (placas en edificios, barcos, vehículos, trenes, etc.).

Sin embargo, los trabajadores no son los únicos expuestos a peligros: los vecinos de las áreas donde se realicen obras públicas o civiles, fábricas y desguaces donde se manipule amianto también corren riesgo de exposición a las fibras de amianto, así como aquellos que viven en edificios construidos antes de la prohibición del amianto.

Además, los familiares de trabajadores expuestos que llevan ropa de trabajo contaminada a casa o fibras de amianto en el pelo y otras partes del cuerpo también corren riesgo de exposición al amianto.

¿Cómo proteger a familiares de trabajadores expuestos?

Los trabajadores expuestos al amianto deben seguir estas medidas para prevenir la exposición de sus familiares:

  • Guardar la ropa desechable en una bolsa sellada después del trabajo y desecharla adecuadamente.
  • Ducharse en el lugar de trabajo o en una cabina de descontaminación.
  • Evitar el contacto con otras prendas no expuestas al amianto.
  • No lavar la ropa de trabajo junto con otras prendas.

 

Por último, recordamos que quienes quieran realizar labores de inspección y retirar amianto en sus edificios e instalaciones, solo pueden acudir a empresas inscritas en el RERA y autorizadas para manipular y retirar amianto y uralita. En este sentido, desde Grupo Torres & Ocaña cumplimos con todos los requisitos necesarios para ejecutar este crítico trabajo con todas las garantías de calidad y seguridad. ¿Es tu caso?

 

Sin comentarios

Publicar un comentario